¿Nadie te dijo que los terribles dos empezaban a los 18 meses y terminaban a los 4?
¿Sientes que te han cambiado a tu bebé de la noche a la mañana? ¿De pronto todo es no, comer es una guerra, una ducha se ha vuelto una batalla? Y ni hablar de las pataletas y el llanto.
Esta es una etapa que si no la comprendemos, y la abordamos desde lugares tradicionales, suele generar mucho sufrimiento tanto a los peques como a nosotros los adultos. Pelear, amansar, domar, meterte en luchas de poder solo desgasta la relación y deja solos a nuestros hijos cuando más nos necesitan.
Nuestros peques no necesitan entrenadores ni domadores de conducta, necesitan adultos seguros, que los acojan cuando sus emociones los desbordan y cuando se sienten confundidos y esta es una etapa de muchos cambios y desafíos emocionales para ellos.
Esta es una etapa muy difícil para todos, existen emociones enormes en cerebros inmaduros, y mientras más seguridad ofrezcamos como adultos, más oportunidad para seguir explorando creciendo y madurando. Nosotros hacemos la diferencia en esta etapa, no te embarques en una guerra cuando lo que tienes que ofrecer es conexión.